jueves, 3 de noviembre de 2016

“El Soplo del Espíritu de Dios”


El Hospital Metodista Willowbrook en Houston, Texas, tiene un patio localizado al lado de la entrada principal y esta mañana en particular decidí andar por el patio en el camino al consultorio de mi doctora. Hay una pequeña banca en el área del patio y cuando iba caminando vi que una joven y su niña (tal vez de cuatro años) estaban asentadas en la banca y la señora leía una historia de un libro ilustrado  a la niña. Los vi, pero no sentí ningún "soplo" en  particular para pararme y hablar con ellas. 
Cuando salí del consultorio y anduve otra vez por el área del patio, vi que la señorita y su niña estaban todavía allí. Pero, en vez de leer del libro, la señora pendía este de sus manos y la niña jugaba con grava y arena a un lado.
 ¡Esta vez había un soplo definido!
Cuando pase por delante de ella y la niña sentí "un soplo" definido para parar y dirigirme a ellas y hablar sobre el amor de Dios. Sin embargo, no quise acercarme a una persona desconocida para hablar algo y definitivamente no sobre un tema como el amor de Dios. Solamente seguí andando, todo el tiempo tratando de convencerme que esto era una idea loca y no quise ponerme en un aprieto por   entrometerme donde yo no tenía ningún derecho.
Seguí andando - y todo el tiempo el Espíritu de Dios me decía "Tu tienes que volver. " Finalmente, diez o quince pies por delante de donde ella estaba sentada  me pare en seco y le pedí a Dios que me dirigiera en esta situación. Le dije que yo me sentía “apenada" de todos modos, y aparte de eso ¿qué podría yo decirle?  Pero, Él siguió diciendo "Tienes que volver”.  Incluso yo le dije " Esto es una locura,” pero empece a girarme y regresar para dirigirme hacia la señora.
La señora estaba sentada con la mirada perdida. Recuerdo que tenía ojos grandes azules y aquellos ojos eran los ojos más llenos de pena y tristeza que yo alguna vez había visto. Me paré delante de ella y comencé a hablar. Le dije mi nombre y luego dije: " No sé por qué usted está aquí y no tengo que saber pero Dios me dijo que yo debo pararme y decirle que Jesus te ama . Él quiere que usted sepa que no estas abandonada, Él está aquí con usted. A pesar de todo, lo que pasa, y otra vez, no tengo que saber, de todos modos Él quiere que usted sepa que Él le ama que Él está aquí con usted. "
Ella solamente se sentó allí y me miró fijamente.  Me pregunté si ella había entendido lo que había dicho. Pensé que es posible que ella esta tan profunda en su pena que tal vez no entendió lo que yo había dicho. Era obvio que ella estaba en “shock” y pensé que había una posibilidad de que no había oído o al menos no había entendido lo que yo decía. Pero, de repente, ella se levantó y corrio los pocos pasos entre nosotros y lanzó sus brazos alrededor de mí. ¡Ella estaba llorando y todo que ella podría decir era " Gracias! ¡Gracias! ¡Gracias! "
Yo oraba por ella y nos despedimos.  Qué alegría me dio poder abrazar a aquella madre joven y oírla decir " Gracias". No la he visto desde entonces y no sé cómo han ido las cosas para ella, pero sé que siempre seré agradecida que Dios me dio la fuerza y la gracia de volver y darle un mensaje sencillo, directamente del corazón de Dios, específicamente para ella.  
Mi deseo es que siempre seamos sensibles al soplo al Espíritu de Dios”. ¡SIEMPRE!